jueves, 30 de enero de 2014

Cabras contra escopetas






Este gobierno se muestra defensor de todo aquello que vaya en contra de la naturaleza: fomenta el uso del automóvil en la ciudad, abandona proyectos de transporte colectivo, ningunea las peatonalización, aborrece el uso de la bicicleta, autoriza la construcción de viviendas y hoteles en playas naturales ..............
Parece ser que la última es la puesta en marcha de una nueva ley de montes que entre otros abusos permitirá que los cazadores campen a sus anchas por el monte para poder matar, asesinar a unos pobres animales que está en su hábitat tranquilamente sin saber la que se avecina.
Mal tiempo para nacer cabra.
Si eres una persona que ve en el campo o monte el lugar perfecto para pasar una jornada, unos días o unas horas, ten cuidado. A partir de que se apruebe la ley serás un animal más para ser cazado por esos otras "personas que se relajan disparando cuatro tiros".
Bueno, la ley lo que prevé es que no se pueda pasear, estar en esos lugares mientras los señoritos cazadores desempolvan sus escopetas y disparan a todo animal que vuela, corra, salte, ande, o se esté quieto. Tenga dos o cuatro patas. Les da igual. El caso es que tu no estés en esos momentos. Que no les molestes en una actividad que requiere de tanta concentración.
Pobrecitos cazadores; mira que si disparan a un peligrosísimo ciervo y su cartucho se equivoca de dirección y dan a un caminante, un buscador de setas, un ciclista.o a alguien que esta cagando tan ricamente, pues el día se les agria. Pero no por disparar a un imprudente que a salir a campear justamente el día que él ha cogido turno para asesinar cabras, no, no. Se le agríara el día porque no ha podido llevarse la pata, la cabeza, la cornamenta o lo que sea de ese peligrosísimo  y brutal animal.
Aunque hay cazadores que se conforman con matar un "bicho". Luego le dejan en el campo porque no les gusta el sabor de su carne. ¡¡¡Manda cojones!!.
Ahora los peligrosos vamos a ser los montañeros. Cazadores tened cuidado caminante al acecho.
Yo creo que en el fondo lo que les gustaría sería cazar a un humano. Como en las pelis.
Tal y como vamos en este país, la realidad superará la ficción.
 Me imagino a esos gobernantes, a esos banqueros, a  esos reyezuelos , a esos empresarios contratando a parados desesperados, a enfermos que no pueden ir a un hospital porque serán privados, a un "sin papeles", a jóvenes altamente preparados pero sin curro para que se ofrezcan de piezas a cazar a cambio de un dinero (en negro claro), de una operación vital, o de un contrato en prácticas. Es una idea para acabar con el desempleo. Gobernantes, copiadlo.
De mayor quiero ser cabra  , pero para cornear a todos estos vividores.



 


Cabritas: No dejéis de vigilar desde esas cumbre. Los cazadores vividores están a vuestro acecho y al de los humanos que disfrutan mirándoos.


sábado, 25 de enero de 2014

En la Casa de Campo de Madrid, sale mi alma de cabra.

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¡Que cabritas!

En el relato anterior terminaba diciendo que parte de mi infancia-juventud la he pasado en la Casa Campo. Bien andando jugando a perdernos, bien jugando al fútbol, pero también la he aprovechado para ir a comer, merendar,  y hasta para ligar. Aunque esto nos provocaba mas decepciones  que alegrías. Y es que vaya sitio donde ir a ligar: a las barcas. Confieso que amigos míos si que llegaron a lucirse ,pero yo....... Si yo soy un animal de montaña, no de agua. Soy una cabra, no una carpa. Sufría en la barca. Yo, que todavía no he aprendido a nadar las pasaba canuta para mantener el equilibrio en esas barcas que mis amigos se empeñaban en menear. Con esa tensión quien va ligar.

La Casa de Campo es sin lugar a dudas el espacio natural más importante de la ciudad de Madrid. No solo por la importante cantidad de ocio que ofrece: restaurantes, lago con embarcadero, zoológico, parque de atracciones, pistas de tenis, piscinas, palacio de exposiciones. También lo es, y para mi lo más importante, por sus senderos, sus caminos, sus pinos majestuosos, sus riachuelos, sus rincones olvidados. Puedes correr por lugares solitarios si no quieres cruzarte con nadie, y puedes sentirte como en las playas de Benidorm.
Los turistas que llegan a Madrid ignoran por completo esta joya natural. La pena es que también hay muchos madrileños que tienen la imagen de la Casa de Campo de la zona del zoo, el parque de atracciones o el lago con su embarcadero. Por una parte mejor para los que amamos la naturaleza en estado puro, que lo es aún, pero da pena que no se conozca en profundidad.
Vamos a Londres y nos maravillamos con HydePark; vamos a Nueva York y lo mismo con Central Park. Pues hay que hacer saber que la casa campo es siete veces mas grande que el parque de Londres y cincoveces mas grande que el de Londres. En fin, que no sabemos vender lo que tenemos.
Ir a la Casa Campo y estar una hora corriendo y dos andando, y después sentarte en una de sus múltiples restaurantes a tomar una cerveza o un refresco mientras nos deleitamos con las vistas hacia el Palacio de Oriente, la Catedral de la Almudena o Las Vistillas , además de tomar el sol madrileño es algo que el resto de los europeos no pueden hablar.









El año pasado la Comunidad de Madrid anuncio el regreso de los zorros a este entorno. Me alegro. Sobre todo porque eso es señal de que este espacio ha recuperado su vida. Vida que quedó muy dañada  por el paso de vehículos por su interior  y que en un acierto de los alcaldes Manzano y después Gallardón prohibieron dicha actividad.




Disfrutemos todos en este entorno. Sintámonos orgullosos y visitémoslo no solo cuando no podamos desplazarnos a la sierra de Guadarrama. No tiene su altura, ni su temperatura, pero nos aporta  la tranquilidad que necesitamos los habitantes de esta ciudad y nos hace sentir los pulmones nuevos cuando inspiramos su oxigeno. El aire del resto de la ciudad nos mata.
Cuando mi alma de cabra me pide monte, me pierdo en la Casa de Campo: Cerro Garabitas, Barranco de las Zorras, arroyo de Antequina y muchos otros sitios más de los que hablaremos en otro momento.

Los inicios del cabra.

Ya desde pequeño me gustaba pasar mis buenos ratos en el campo o en el monte, según se mire. En mi pueblo (comarca de La Vera, Cáceres) estaba todo el día haciendo "el cabra". Monte arriba, monte abajo con mis hermanos que si a coger leña para la cocina y la chimenea, que si a coger nidos, que si ir a coger fruta de las fincas clandestinamente (en mi pueblo se dice "ir a garute"), a los ríos (gargantas) a bañarnos. La unión con el monte era total. El pueblo estaba a pie de monte.
Después, cuando nos vinimos a vivir a Madrid, en la calle hicimos nuestra vida. La calle era habitable, apenas pasaban coches, pues las calles eran de tierra, y nuestro juego seguía siendo "hacer el cabra": jugábamos a tirarnos piedras para escalabrarnos (o se dice descalabrar?). También con salir apenas quinientos metros ya  nos encontrábamos con el campo. ¡Estupendo!. Que risas, que tortas, que arañazos, que sustos. ¡ Como disfrutamos aquellos años en que subíamos y bajábamos aquellos terraplenes de tierra bien con la bicicleta o corriendo. La bicicleta era comunitaria, sin frenos. La mayoría de las veces no sabíamos ni de quien era, pues eramos tantos chicos los que nos juntábamos  que llegábamos, preguntábamos quien era el último y ¡ a tirarse por la cuesta!, sin saber siquiera montar en bici, levantando los pies de los pedales y que fuera lo que Dios quisiera, que después tu madre ajustaba cuentas diciéndote con un par de zapatillazos y siempre terminando con la misma frase." Estáis como las cabras. Me vais a matar a disgustos". Así hasta la siguiente vez que podía ser cualquier otra locura.
Nos gustaba ir a un descampado enfrente de la cárcel de Carabanchel. Había un montón de campo con pinares, lo que ahora es el Parque de las Cruces. Pasábamos horas y horas.
En fin, buenos tiempos para hacer el cabra. Ahora eso mismo lo hacen nuestros hijos y les dejamos una semana sin salir. Bueno, lo primero que a ellos no se les ocurre, pues tienen videojuegos, Pc, móviles, wasap, Todo menos un espacio al aire libre donde desarrollarse y crecer con sus amigos día a día.. El caerte , hacerte heridas, ser vendado, tener puntos de sutura, eso si que era guay. Ir a clase con moratones, arañazos y el brazo en cabestrillo te hacía sentirte por unos días la admiración de la clase. Ahora mismo pensarían en el maltrato y darías pena. Los tiempos que cambian.
El campo/monte  y la actividad en ellos ha estado siempre presente en mi crecimiento.
En el colegio, también en la época del instituto, los días de novillos (ahora se dice "hcer pellas") nos íbamos a la Casa Campo a perdernos. A perdernos de verdad. Alguna vez tardamos más de la cuenta en encontrar por donde salir y llegábamos tarde a casa. Entonces decíamos "me he quedado a comer con tal o cual" y tu madre se lo creía ( o no) , y como no teníamos teléfono pues no podía llamara a la madre de tal o cual para comprobarlo. Ahora tardan nuestros hijos cinco o diez minutos más de la cuenta y ya les estamos wasapeando, o llamando por teléfono.
Aquellos años de Casa de Campo me vinieron tan bien o mejor,  que terminar los estudios, pues ahora mismo no hay rincón que no conozca de ella. Disfruto a tope de ella bien corriendo, en bici o andando, solo o con compañia. A veces sufro de espejismo y me veo de pequeño.
De  pequeño nos metíamos en los bunkeres de la guerra civil y ahora mismo estos están destrozados y tapados por la malahierba. Que tardes nos pasábamos jugando a misiones secretas y a destruir al enemgio. Lanzábamos piedras a modo de bombas. ¡Llegábamos a casa con auténticas heridas de guerra!  Nuestras madres no se lo creían. Siempre con la frase ya comentada. "estáis como cabras".